Con amor para ti,
que despertaste mi instinto erótico...
Estas letras son para echar a volar la imaginación... y en ella te
veo a ti, dormido boca abajo en una cama, con tu cabeza hacia un lado, sobre tu
mejilla izquierda.
Estás completamente desnudo, estás cubierto por una sabana blanca, solo en
cierta área, tienes una pierna doblada sobre la otra, y tus brazos hacia arriba
rodean la almohada...
Por la ventana entra una fresca brisa que acaba de dejar la lluvia, moviendo
las cortinas en una danza sutil y sensual, las nubes ya se han alejado, por lo
que también entra la luz de la luna llena, que se refleja sobre el mar... en una
esquina de aquel cuarto, estoy yo, de pie, que, no deja de observarte en ningún
momento, que yaces tan profundamente dormido en esa cama tan suave.
Empiezo a caminar lentamente, el aire mueve mi vestido similar al de una
diosa griega, al mismo compás que las cortinas. Me arrodillo a tu lado,
acariciando tu cabello, para después deslizar mi dedo índice por tu frente y
nariz hasta llegar a tus labios, los cuales delineo con mi dedo.
Tú sientes éstas caricias, y abres los ojos, me miras y sonríes, te estiras
en un gesto de pereza, y me dices, “hola amor, ¿aun no duermes?”...
Yo te respondo que no sin articular palabra, solo con un movimiento de
cabeza, sigo acariciando tus labios ahora con todos los dedos de mi mano
derecha, los dos nos vemos a los ojos, solo alcanzo a decirte “te amo” y
deposito mis labios sobre los tuyos, en un intenso beso...
Te volteas, y me jalas hacia ti, quedando nuestros cuerpos empalmados,
pegados uno al otro... estoy encima de ti, y empiezas a besarme suavemente,
abrazándome por la espalda, tus besos suben de tono, por lo que, me separo de
ti, y mis ojos reflejan ahora pasión y lujuria.
Me levanto con los brazos extendidos hacia a ti, invitándote a levantarte tú
también, lo haces, y tomando mi cara con tus manos, empiezas a besarme los
labios. Yo te abrazo por la cintura y acaricio tu espalda con mis manos
extendidas, tú metes tus dedos por mi cabello, y muerdes mis labios suavemente,
para después besarme la barbilla y el cuello.
Mi respiración se agita aun más, y empiezo a arañarte suavemente la espalda,
me volteas quedando de espaldas hacia ti, me besas los hombros, y sin dejar de
besarlos, me despojas de mi vestido, que recorre mi cuerpo desnudo hasta caer al
suelo.
Haces mi cabello hacia un lado, me abrazas por la cintura, y yo me aferro de
tus brazos.
Tú me besas la nuca, y eso me excita como nunca, por lo que clavo mis uñas en
tus brazos.
Notas mi excitación, y empiezas a acariciar mis senos, sigues besándome la
nuca y la parte alta de la espalda, yo echo mis brazos hacia atrás, abrazándote
por encima de los hombros, y jalando levemente tu cabello.
Ahora siento yo, tu gran excitación, por lo que me desespero, me volteo de
golpe, y te digo con la voz entrecortada “ya, mi amor, no aguanto más, hazme
tuya”.
Tú sonríes y me abrazas, y nos tumbamos en la cama, abrazados, ardiendo de
pasión, comiéndonos los labios.
Con tu mano izquierda, tomas la mía, y se entrelazan, y con la derecha,
levantas mi pierna, y suavemente, me penetras, por lo que emito un leve gemido,
y aprieto tu mano, esto te enloquece, y empiezas a hacerme el amor con gran
ímpetu.
Sueltas mi pierna, me tomas la otra mano, y alzas mis brazos hacia arriba
quedando a los lados de mi cabeza.
Sigues, viéndome a los ojos, yo los cierro guiada por el inmenso placer que
siento, tú me dices “no, cariño, no cierres tus ojitos, mírame”... yo los abro y
te miro, y te digo con una voz apenas audible, “te adoro, mi cielo”, y me
respondes con tu voz entrecortada, ‘yo también, mi niña, muchísimo’.
Sueltas mis manos para abrazarme, para abrazarnos, y me besas como nunca
antes me habías besado.
Ahora te mueves con un ritmo, que me hace desfallecer, siento un escalofrío
que recorre mi espina dorsal, y la piel se me eriza...
Siento que voy a terminar, y te abrazo mas fuerte, empiezo a gemir al ritmo
que me haces el amor, esto hace que tú también sientas que vas a terminar, y
diciendo tu nombre y tú el mío, terminamos mi amor, al mismo tiempo...
Después de éste momento de tanto placer, quedamos así, abrazados, inmóviles,
para quedarnos dormidos con la luna y el mar como únicos testigos de nuestra
entrega, quienes, con envidia, solo nos contemplan por la ventana...
Colaboración de Guadalupe
México
UN BESO MAS QUE ENORME A LA DISTANCIA
***Karla***